El viernes estuve en Ciudad Juárez, Chihuahua. En el aeropuerto me recogieron dos reporteros de la estación radiofónica 860 Noticias que cumplía 18 años de estar al aire. En el trayecto a nuestro destino les pregunté qué fuente cubrían. Me respondieron que eran los reporteros viales. Ingenuo, les dije: “Pero si aquí en Juárez no hay tráfico que reportar”. “Efectivamente —me contestaron— pero informamos dónde están los tiroteos y los muertos para que la gente no pase por ahí”.
Así me recibieron y despidieron de Juárez: con las crónicas de la violencia que está viviendo esta ciudad. Parece que la vida ha perdido valor en este lugar. De hecho, ya inventaron el verbo “sicarear” que se usa con frecuencia. “Muchos jóvenes, por las faltas de oportunidades económicas que existen, prefieren irse un rato a sicarear. Les pagan cinco mil pesos por muerto”, expresó una persona que sabe del tema. “¿Cinco mil pesos? ¿Tan barato cuesta una ejecución?”, le dije, sorprendido. Con una lógica apabullante, replicó: “Pues sí, son mejor que nada, ¿o no?”
En Juárez la violencia ya no es una variable sino una constante. Es violencia gratuita. Un conductor de radio me contó, por ejemplo, que él solía caminar todos los días para ejercitarse. Un día, en su camino, se encontró a un buen hombre que había decidido vender carnitas en la calle para ganarse la vida. Muy amablemente, lo convenció de consumir su producto. Días después, el vendedor desapareció. Luego se supo que lo habían asesinado para mandar un mensaje a todo aquel que se atreviera a poner un negocio sin consentimiento y comisión para los delincuentes. Huelga decir que el conductor ya no se ejercita. De hecho, los juarenses sólo salen a la calle cuando es necesario. Y lo hacen con el Jesús en la boca. Me dicen que la convivencia social prácticamente ha desaparecido en la ciudad.
En Juárez todos se preguntan qué está pasando. ¿A qué se debe la explosión de la violencia? En medio del caos, muchos buscan teorías para darle sentido a lo que está ocurriendo. Escuché todo tipo de ellas. Algunas sensatas como que la violencia se debe a una guerra sin cuartel entre distintos cárteles por una plaza muy importante en el trasiego de las drogas a Estados Unidos. Otras como que esto es una especie de Revolución disfrazada: ante la falta de oportunidades económicas, y la descomposición social, muchos jóvenes están rebelándose violentamente por medio de los cárteles y las pandillas.
Como la violencia, las teorías sobran en Juárez. Alguien me dijo que todo esto se debe a que el Presidente está enojado con esta ciudad porque ahí le fue mal en su campaña de 2006. No faltó, desde luego, el que me indicó que todo esto es parte de un complot orquestado desde Washington para debilitar al vecino del sur. Lo claro es que los juarenses quieren entender qué demonios está pasando. (…)
No hay comentarios:
Publicar un comentario