martes, 22 de marzo de 2011

[Ciro Gómez Leyva. La historia en breve] La primera derrota de Marcelo en 2011



Muy bien había comenzado el año político para Marcelo Ebrard. Primero sentó a Alejandro Encinas a su derecha y lo orilló a decir que aceptaría el resultado de una consulta sobre la alianza PRD-PAN en el Estado de México. Después, el triunfo arrasador de Ángel Aguirre en Guerrero fue contabilizado en la cuenta del jefe de Gobierno del DF.

Quizá por eso Ebrard se animó a ser el factótum en la elección de presidente-secretario general del PRD. Por lo visto, no le salieron las cosas.

Se dejó querer y dejó que se supiera que el PRD pasaba por su despacho en busca de la gracia. Calculó los votos de Los Chuchos, aliados aliancistas, antes de tenderles los brazos. Sacó de la nada a un desconocido Armando Ríos Piter que no creció. Y le tocó la guitarra al G-8 lopezobradorista que en estas tiene oído de artillero.

Mucho ruido, flacas nueces. El Chucho Jesús Zambrano apenas superó lo que los especialistas consideraban su piso de 150 votos. La etiqueta de “candidato de Marcelo” únicamente le dio 43 votos a Ríos Piter. Tal vez se los quitó a la lopezobradorista Dolores Padierna, quien como sea se apoderó de la secretaría general.

Si Ebrard vale 43 votos netos de 310 posibles en el Consejo Nacional del PRD, ¿cuánto vale fuera de ahí?

Riesgos de jugar al factótum en un proceso del que nadie sale bien librado desde 1999.

“Fue el gran perdedor del domingo”, se le llena la boca a los lopezobradoristas. Y cómo no van a pensar eso si lo primero que se oyó la medianoche del domingo después de la toma de protesta fue un resonador “¡Obrador, Obrador!”, promovido por la nueva secretaria general de un partido que, a esas horas, tendría que haber sido netamente ebrardista.

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