miércoles, 9 de marzo de 2011

[Julio Hernández López. Astillero] Presunto infomercial



  • El imperio de la imagen
  • Censura exprés
  • Espectador-juez
  • Presunto infomercial


El autor de la presente columna, ya casi terminada su entrega de hoy, prefirió hacer a un lado las elucubraciones y puntualizaciones que le generó el nuevo episodio de la telenovela judicial de Presunto culpable, una censura exprés con pago de rescate en taquilla, para dar paso a párrafos de un escrito que le hizo llegar el documentalista Juan Manuel Sepúlveda, de Fragua Cine (www.fraguacine.com):

“Detrás de un aparentemente valeroso documento que devela la podredumbre del sistema de justicia en México, se esconde una obra que recurre a los mismos vicios del sistema al que denuncia, pretendiendo imponernos una verdad absoluta sobre la realidad, acorde a los intereses de sus patrocinadores. Quienes trabajamos con la delicadísima materia de lo real, sabemos que nuestra labor es absolutamente incompatible con estos peligrosos afanes.

“Por principio de cuentas, el documental comete el mismo agravio que denuncia. Presupone la culpabilidad e incluso condena a todos los que no son su cliente-personaje. Es decir, el abogado-con-cámara no sólo abusa de la presunción de culpabilidad, inmediatamente la convierte en condena irrevocable, sin otorgarle al resto de los personajes el derecho de un juicio imparcial y un abogado defensor.

“ (...) El documental en su torpeza nos invita a ejercer la potestad de un irreflexivo juez-verdugo que actúa por el dictado de sus principios morales (...) Al convertir la película en juicio popular, además de mutilar la potencialidad estética y crítica del fenómeno cinematográfico, el documental se acerca al terreno del linchamiento mediático. Ya no pesa la razón jurídica, ni la razón histórica, ahora votaremos para condenar al culpable y absolver al inocente, de acuerdo con el montaje que se nos ofrece. Con una intención más afín al ‘reality’, los abogados-con-cámara llegan al extremo de permitirse y hacer alarde de claras transgresiones del orden legal, e incluso de principios éticos que toda persona que trabaja con lo real se espera que tenga.

“Al final de la película, el único de los magistrados que promueve la absolución reconoce haber basado su argumentación en apreciaciones subjetivas a consecuencia de las imágenes que le mostraron los abogados, supuesto que podría implicarle incluso responsabilidad legal. ¿Hacia un sistema legal subjetivo? ¿Nuevamente a juzgar por las apariencias? (...) Presunto culpable sienta un precedente grave, inaugurando la era del espectador-juez.(…)

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