En un momento en que el Estado mexicano ha perdido en buena medida el monopolio del uso de la fuerza, los ciudadanos tienen sólo dos opciones: o rendirse ante el crimen organizado, que se ha convertido en el principal poder de algunas zonas del país, o enfrentarse a él con armas.
En la enorme mayoría de los casos los ciudadanos optan por la rendición incondicional. Enfrentarse a los narcos es impensable. El poder que tienen es enorme. Ni siquiera las policías se atreven a obstaculizar su labor. ¿Qué puede hacer ante ellos un ciudadano común y corriente?
Algunos valientes, sin embargo, están ya cansados y han empezado a negarse a la rendición incondicional. Este domingo 27 de febrero, por ejemplo, los habitantes del pueblo de Villa Cárdenas, en el municipio zacatecano de General Francisco R. Murguía, decidieron enfrentarse a un grupo de sicarios, al parecer de la banda de Los Zetas, que les habían exigido la entrega de sus armas.
Enfurecidos por la negativa, los sicarios lanzaron una granada a una casa de la comunidad y levantaron al delegado municipal, Jesús Torres, quien hasta el momento no ha aparecido. Los pobladores, sin embargo, respondieron con sus propias armas y dispararon en contra de los agresores. En el encuentro mataron a dos de los sicarios.
Aun cuando el tiroteo duró alrededor de seis horas, y a pesar de que hubo constantes peticiones de apoyo a las autoridades estatales de seguridad y al Ejército, nadie se atrevió a acudir en apoyo de la población. Las "fuerzas del orden" estaban, al parecer, demasiado atemorizadas.(…)
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