viernes, 18 de marzo de 2011

[Carlos Ramírez. Indicador Político] Ortega ya liquidó la alianza



  • Ortega ya liquidó la alianza
  • Sólo táctica y no programa


 Con una sola declaración, el presidente saliente del PRD, Jesús Ortega, enterró la alianza con el PAN para un candidato al gobierno del Estado de México. Si la encuesta del próximo 27 enfatiza la existencia de un “programa de gobierno común”, Ortega declaró que se trata sólo de una alianza táctica.

Por tanto, PAN y PRD estarían engañando a los ciudadanos del Estado de México. La diferencia entre un programa de gobierno común y una alianza táctica se localiza en el objetivo: iniciar una gran reforma política o sólo derrotar al PRI con candidatos (ex) priístas pero sin construir un sistema político democrático alternativo. Por eso es que PAN y PRD se tunden entre sí demostrando que carecen de puntos de confluencia para un programa común.

El trasfondo del asunto es bastante serio porque se estaría pervirtiendo una posibilidad política para el cambio político de fondo. Los promotores de la encuesta del 27 de marzo deben aclarar desde ahora a ciudadanos y observadores críticos el sentido político de la alianza. La pregunta de la encuesta fue redactada con engaños o sin coherencia política o el responsable de redactarla cometió un desliz semántico de enormes proporciones.

La pregunta de la encuesta es la siguiente: “para la próxima elección de gobernador en el Estado de México, ¿estarías de acuerdo en una alianza entre el PAN y el PRD que proponga un/a candidata/o con un programa de gobierno común? Y la clave del enredo-engaño-propuesta se localiza en el acomodamiento de las tres últimas palabras y sobre todo en el adjetivo “común”. Las dos posibilidades son mayúsculas: un “programa común” de gobierno o un “gobierno común”.

El primero, un programa común, implicaría una lista de temas, acuerdos y decisiones en función de la convergencia en el centro político de las ideologías conservadoras del PAN y radicales del PRD. Pero ahí existen temas que han separado a los dos partidos en lugar de convergerlos: la agenda sexual, por ejemplo; o la política de subsidios; o los vicios priístas que prevalecen en el PRD. 

En Oaxaca, Puebla, Sinaloa y Guerrero, donde hubo (ex) priístas como candidatos aliancistas sin acuerdos políticos previos, los gobernadores aliancistas respondieron a sus propias alianzas, no siempre coincidentes con las de los partidos; por eso es que en esos gobiernos hay más priístas que aliancistas.(…)

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