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Ausente físicamente de la sesión, pero políticamente en el centro de ella, Andrés Manuel López Obrador sabrá este sábado el tamaño real de los obstáculos –los naturales y los sembrados– que la izquierda electoral tendrá en 2012.
De las varias combinaciones posibles que la mayoría numérica a cargo de Nueva Izquierda, es decir, Los Chuchos, podría imponer en el Consejo Nacional que nombrará a los ocupantes de varios cargos directivos, entre ellos el fundamental de presidir el comité nacional, ninguna parece ayudar a construir un sendero de unidad y buenas ofertas políticas. Por el contrario, como si de eso se tratara, todo apunta a la ruptura interna, el desgajamiento anunciado y la confusión intencional.
Ya sea que logren instalar a uno de sus cuadros más relevantes, Jesús Zambrano, en la presidencia del partido (con Dolores Padierna o el ebrardista-zeferinista Ríos Piter en la secretaría general), o que ante la crisis opten por prolongar hasta noviembre la estadía del muy desgastado Jesús Ortega, Los Chuchos parecen enfilados a la consecución de un sostenido propósito inequívoco, la máxima obstrucción a las posibilidades de López Obrador de ser candidato bajo las siglas del PRD y así, obligándolo a transitar por fuera del partido de izquierda con mayor peso y presencia hasta ahora, mellar o exterminar las probabilidades de triunfo de un candidato único en 2012.
En ese objetivo, los mencionados Chuchos han sido acompañados por el otro precandidato importante a la postulación presidencial, Marcelo Ebrard, y su consejero rector, Manuel Camacho, convertidos todos en promotores entusiastas de las alianzas entre PAN y PRD que desde Los Pinos delineó el calderonismo.
López Obrador, por su parte, ha pintado su raya de ese PRD (aunque varias corrientes internas identificadas con él luchan por impedir el nuevo chuchazo) y se dedica a fortalecer su nueva etiqueta, el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) que es hoy la plataforma social de postulación a la Presidencia de la República y, a la vez, la base de despegue del nuevo partido que luego de los comicios de 2012 habría de intentarse tanto en la victoria como en la derrota electoral, un nuevo partido que previsiblemente tendría al propio López Obrador a la cabeza, si no alcanza o nuevamente no le es reconocido el triunfo, y que trataría de conservar la fuerza popular acumulada.(…)
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