viernes, 18 de marzo de 2011

[Jorge Fernández Menéndez. Razones] Y Bejarano sigue allí...



Lo contamos en el libro Calderón Presidente (Grijalbo, 2007): el 2 de marzo de 2004 cenamos en la que entonces era mi casa un grupo de periodistas con Felipe Calderón.

No sabíamos esa noche, en realidad ni él lo sabía, si sería candidato por el PAN: aún era secretario de Energía y no había siquiera comenzado su peculiar ruta por el desierto que lo llevaría, un poco más que sorpresivamente, a la candidatura y la Presidencia de la República dos años y medio más tarde.

Tampoco sabíamos los que estábamos allí que unas pocas horas después de que terminara aquella cena, estallarían los videoescándalos, aquellos en los que se veía a René Bejarano llevándose una cantidad enorme de dinero de las oficinas del empresario Carlos Ahumada. Esos videos, que el lopezobradorismo sigue considerando una pieza de chantaje cuando en realidad fueron una descarada exhibición de corrupción gubernamental, modificaron todo el panorama electoral y la actuación de todos los actores ante el todavía lejano proceso electoral de 2006.

El PRD en aquellos días fue algo más que indulgente con los políticos y funcionados que aparecían en aquellos videos. López Obrador inventó aquello de que todo era un complot, no asumió responsabilidad alguna ni en el caso Bejarano ni con Carlos Imaz ni antes con su secretario de Finanzas, Gustavo Ponce Meléndez, captado jugando millones en Las Vegas. Como todo era un complot, los políticos y funcionarios corruptos fueron todos exonerados de facto por el entonces jefe de Gobierno. 

En algunos casos cobraban por pagar una factura, como Ponce, y en otros decían que ese dinero era para financiar la campaña de López Obrador, por ejemplo, Bejarano, aunque algunos eran más cínicos, como Carlos Imaz, y reconocían que en realidad era para irse a Europa con su esposa, Claudia Sheinbaum (que fue la responsable de todas las grandes obras viales de López Obrador aunque no tuviera el mas mínimo conocimiento del tema).

Lo cierto es que mientras Ahumada fue perseguido y pasó más de mil días preso en condiciones muy estrictas, Bejarano fue "expulsado" del PRD, pasó unos pocos meses en una suerte de spa en el Reclusorio Oriente y regresó sin mayores problemas a la actividad política. Ni él ni su esposa Dolores Padierna explicaron jamás qué hicieron con el dinero que recibieron de Ahumada y no sucedió nada absolutamente.

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