jueves, 10 de marzo de 2011

[Héctor Aguilar Camín. Día con día] Sindicato y educación



¿Es posible la reforma de la educación en México sin la reforma del sindicato magisterial? Este fue el tema de fondo de un programa de televisión (La hora de opinar, 6/3/11) en el que Leo Zuckermann, Jorge Castañeda y yo conversamos con Elba Esther Gordillo, la líder vitalicia del sindicato de maestros.
El debate educativo no está centrado en la educación, sino en el sindicato. 

En el apartado sobre educación del segundo libro que Castañeda y yo hemos escrito sobre el futuro deseable de México (Regreso al futuro, Santillana, 2011), decimos que el sindicato magisterial es poderoso pero que su poder no mejora el poder transformador de la educación, sino sólo el poder político del sindicato.
“Poder en este caso no es prestigio”, decimos ahí. 

Entre más poderoso y más visible es el sindicato magisterial, más expuesto está a la crítica. Si quiere conservar con legitimidad su poder, el sindicato debe ser el primer interesado en separar los intereses gremiales de las decisiones educativas.

El ejemplo más claro de lo que queremos decir es el de los nombramientos de los directores de las escuelas públicas. Cito para no repetirnos:

La experiencia demuestra que una escuela tiende a ser tan buena o tan mala como su director. Se trata de un universo pequeño, de tamaño humano, donde el liderato hace la diferencia, para bien y para mal. Hay 200 mil escuelas de educación básica en México. Si el nombramiento de los directores de esas escuelas fueran decididos por los méritos estrictos de los aspirantes, y no por la influencia política y clientelar del sindicato, en poco tiempo tendríamos escuelas con directores competitivos, directores que transformarían sus escuelas en microcosmos eficientes, directores comprometidos cuya presión desde abajo, desde las necesidades reales de cada escuela, sería un poderoso motor de cambio, de cancelación de inercias, de decisiones virtuosas. Los altos círculos del sindicato y la burocracia educativa están acostumbrados a las negociaciones cupulares pero no a la presión desde debajo de escuelas y directores reales, independientes, competitivos.(…)

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