El Sol de México
Género: Opinión
Publicación: 17 de febrero de 2011
Autor: Jesús Michel Narváez
Cuando el presidente Calderón anunció hace un par de días que el pago de la educación privada recibiría "estímulos fiscales por su deducibilidad", externó algo que debe ser preocupante: los 15 mil millones de pesos que implicará el subsidio, no salen de recortar programas, sino de los "ahorros que tiene el Gobierno federal".
Apenas transcurrieron 40 horas del anuncio y en San Lázaro brincó la liebre:
Se han establecido 364 fideicomisos, a los que han sido canalizados 400 mil millones de pesos, y eso esconde los recursos en "hoyos negros", cuando los principios que deben imperar son los de transparencia y eficacia en el ejercicio del gasto público. Palabras del vicecoordinador de los diputados del PRI, José Ramón Martel López.
Y si fuera poca cosa la acusación, Jesús Zambrano, diputado del PRD y vicepresidente de la Mesa Directiva de la Cámara federal, señaló que en la gestión pública hay "zonas oscuras", entes que deben ser regulados para evitar discrecionalidad en el manejo del presupuesto, y cerrar espacios a la corrupción.
Surgió otra voz, la del legislador Ramón Jiménez López, que tajantemente señaló: en los gobiernos del PAN, la deuda pública se ha duplicado, y la Secretaría de Hacienda se ha caracterizado por el manejo discrecional de las partidas presupuestales.
Para atizar el fuego, Zambrano -quien sueña con presidir la Cámara de Diputados a partir de septiembre próximo- dijo que "es una vergüenza de que año con año México sea conocido como cada vez más corrupto".
No se acallaron las voces y la de Pablo Escudero, presidente de la Comisión de la Función Pública ratificó que la administración del presidente Calderón lleva cola de actos de corrupción, en particular en el manejo de los gastos para el bicentenario, que deberán esclarecerse en parte en el informe de la Cuenta Pública de 2009. "En una revisión rápida localizó 94 observaciones de la ASF a Turissste, en lo que es uno de los escándalos de corrupción solapados por el mismo secretario de la Función Pública, Salvador Vega Casillas".
Ayer todas las voces se escucharon. Surgieron las de Alejandro Gertz Manero, la de Pedro Vázquez, la de Reyes Tamez Guerra. Todas coincidieron: hay opacidad en el manejo de los recursos públicos.
Nadie ignoraba los hechos. Es más, desde la misma Cámara de Diputados se había hablado de buscar la forma legal que impidiera la creación de fideicomisos, porque éstos no son regulados y en ellos se esconden los dineros que "sobran" a causa de los subejercicios presupuestales de las Secretarías de Estado y dependencias estatales, paraestatales y sectorizadas.
No obstante saber que hay manejo discrecional de los recursos, ni los diputados ni los senadores han hecho algo para transparentarlos y mucho menos para exigir la rendición de cuentas.
Saltó la liebre sencillamente porque el presidente Calderón reconoció tener recursos "ahorrados" y que, por lo visto, está dispuesto a ejercerlos en los momentos en que convengan a su administración.
Vaya, en los tiempos electorales.
Que la Auditoría Superior de la Federación, en donde cobra el señor Juan Manuel Portal Martínez y quien tiene apenas un año en el cargo que durante 12 ocupó Arturo de Aragón, descubra que existen miles de millones de pesos sin justificar o que estén debidamente comprobados, es una grosería en sí misma, pero que sea desde el Gobierno federal en donde se apuntale la opacidad, es un escándalo.
En otros países, aquellos que presumen de democráticos, un desvío, un ocultamiento, un mal manejo de los recursos públicos le anda costando la presidencia al jefe del Ejecutivo de esa nación.
Aquí, sin embargo, no pasa nada.
Bien dice el legislador Jiménez López que en las administraciones del PAN la deuda pública se ha duplicado sin beneficios para la población.
Habría que darles de coscorrones a los diputados, que no a los senadores, porque son "lentitos" para darse cuenta de cómo se están gastando los dineros que autorizan anualmente para el ejercicio público.
Vicente Fox se fue hace cuatro años y tres meses y todavía nadie sabe en dónde quedaron los remanentes de los sobreprecios en el petróleo. Se habla de 70 mil millones de dólares y nadie ha sido capaz de "descubrir " el o los fideicomisos en donde están depositados o, en el peor de los casos, cómo y en qué se gastaron.
Hoy surge el señalamiento de la existencia de 364 fideicomisos en los que estarían depositados 400 mil millones de pesos. Y como diría el de enfrente "y a mí en que me beneficia saberlo".
Lo que procedería, en principio, es que se legislara para que los fideicomisos pudieran ser revisados. ¿No es esa la chamba de los legisladores?
En fin: por andar gastando lo ahorrado ahora el presidente Calderón tendría, por lo menos así condicionado, que explicar cómo le ha hecho para ahorrar y cómo le hace para gastar sin que nadie lo cuestione.
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