miércoles, 9 de febrero de 2011

[Leo Zuckermann. Juegos de poder.] Otra respuesta a Escalante



Muchas gracias, querido Fernando, por tu respuesta ayer en La Razón. Por mi parte, vuelvo a escribirte en este debate que toca dos valores fundamentales de la democracia: libertad y equidad.

En tu postura a favor de la prohibición a que cualquier privado compre spots de radio y televisión para hablar de asuntos electorales, aceptas que defiendes el sistema de partidos: “concretamente un modelo de vida pública en el que partidos y campañas electorales son asuntos de interés público y por tanto son financiados con dinero público”.

Yo estoy de acuerdo en que una democracia necesita partidos. Pero la diferencia entre ustedes, los que están a favor de la prohibición de spots privados, y nosotros, los que nos amparamos en contra de ésta, es que nosotros pensamos que la democracia es más que partidos; que se requiere la participación activa de la sociedad.

En un proceso electoral, los privados deben tener el derecho de participar expresando libremente lo que piensan. Sobre todo en un sistema como el mexicano, donde cada vez es más difícil formar y registrar nuevos partidos que representen un punto de vista alternativo. Fíjate la democracia que estamos construyendo: Dentro de los partidos, todo; fuera, nada. Y resulta que los partidos se comportan como monopolios que cada vez cierran más la competencia electoral a nuevas opciones. Es el peor de los mundos: los partidos limitan la participación electoral de la sociedad y la posibilidad de crear nuevos partidos.

Argumentas, Fernando, que a los particulares hay que prohibirles que compren spots para “cerrar una puerta a la simulación y procurar un mínimo de equidad (acaso me equivoco, pero sí pienso que quienes tienen más dinero podrían pagar más tiempo de publicidad política)”. Quizá no te equivocas. Pero no entiendo la obsesión de ustedes, los prohibicionistas, de tratar al electorado mexicano como niños que no deben escuchar el perverso mensaje de la gente con dinero. ¿No te parece un argumento paternalista? (…)

No hay comentarios:

Publicar un comentario