viernes, 11 de febrero de 2011

El Silencio como respuesta



El Informador (También Síntesis Puebla)
Género: Columna
Publicación: 11 de febrero de 2011  - 03:38
Autor: Vicente Bello

La sombra ominosa, de mal agüero, que Estados Unidos tendió sobre México, gravitó ayer sobre la Cámara de Diputados; pero ésta, como institución fundamental del Estado mexicano, dejó pasar su tan esperado como obligado pronunciamiento en torno de las recientes declaraciones que  diversos funcionarios del Gobierno de los Estados Unidos han estado haciendo estos últimos días, respecto de que México estaría en riesgo de ser sometido por una narcoinsurgencia y de que el grupo criminal conocido como los zetas podría establecer alianzas con la organización terrorista Al Qaeda. Y, con ello, dar pie para que México fuera invadido por soldados norteamericanos.

Sólo un diputado federal opinó sobre el tema, de manera directa: el de Convergencia, Alejandro Gertz Manero, quien afirmó: “Son mensajes cifrados; de presión”.

Y apostillaba también el otrora secretario de Seguridad Pública en el Gobierno de Vicente Fox: “Lo que están haciendo obviamente los americanos, en una forma tangencial, es mandar este tipo de mensajes --que no son oficiales-- para también ellos quitarse responsabilidades de un hecho que también está ocurriendo en los Estados Unidos; no al grado que ocurren aquí, pero que también está sucediendo”.

El silencio de la Cámara de Diputados se escuchó con la misma intensidad con que gente del Gobierno de los Estados Unidos continuaban, este jueves nueve, acometiendo al país.  

A las Fuerzas Armadas de México, un funcionario estadounidense acababa de decirles que son incapaces y limitadas para combatir al crimen organizado. 

A media tarde, a los territorios de San Lázaro  llegaban ecos del Congreso del Estado de Hidalgo.
El presidente de la Junta de Gobierno del Congreso hidalguense, Roberto Pedraza Martínez, urgió a través de una declaración al Congreso de la Unión a que “tome con urgencia los asuntos nacionales ante las declaraciones reiteradas de funcionarios estadounidenses sobre insurgencia en el país y una hipotética relación entre criminales y terroristas”.

Y éste mismo añadía: “Son declaraciones riesgosas que no nos gustaría llegaran a los hechos, pero ya lo están pensando cuando dicen que quisieran incursionar (en México)”.

La orden del día de la asamblea de San Lázaro, en cambio, incluía la votación de diversos puntos de acuerdos. Y comentarios sobre la impunidad con que ocurren asesinatos en el país; de modo especial en el norte del país como Chihuahua y Tamaulipas.

Tampoco estaba la Cámara de Diputados del todo ausente del tema. Implícitamente, lo abordaba. Y esto porque así lo insuflaban los diputados recalcitrantes del PT, que forzaron que en la agenda política del orden del día fueran incluidos comentarios sobre las muertes de civiles en manos de elementos de la Secretaría de Seguridad Pública.

Y otra vez, en punta, aparecía en la tribuna Gerardo Fernández Noroña, el diputado del PT que no tragan en los ámbitos del PAN y del gobierno federal pero ni con aceite. Mostraba una fotografía de Karina Ivette Ibarra Soria, joven de 16 años que recién murió en Ciudad Juárez por cinco balazos de la policía federal. Recordaba al pleno, casi vacío a esa hora de la tarde, la impunidad prevaleciente en los asesinatos de 15 jóvenes en Salvácar, Chihuahua. Y así se iba evocando más de cinco casos. Y lo hacía Noroña recriminando al PAN que no estuviera ahí, en el recinto plenario, para participar en un debate crucial para la vida de la República. Y Noroña restregaba también: “Hoy Acción Nacional no anunció que se iba a ir; no dijo indignado que porque había una lona que decía que quien usurpa la presidencia de la República tiene problemas de alcoholismo, se iba de la sesión. Hoy simplemente de manera silenciosa han abandonado el salón de sesiones”.

Cuando el que presidía la sesión anunció la participación de Noroña, los diputados panistas, casi al unísono, se apearon de las curules y se encaminaron a las salidas. Pero Noroña los alcanzó, diciéndoles: “Ellos, que gritaban que querían la discusión, que querían el debate, que querían la productividad, que querían el rendimiento en esta Cámara de diputados, ahí está su comportamiento. Ahí está su ausencia. Ahí está su falta de responsabilidad. Ahí está su verdadero rostro: el de la hipocresía, el de la desvergüenza, el de la indolencia, el de que no les duele el dolor y el sufrimiento del pueblo de México”.
Como para no dejar, el vicecoordinador del PAN Carlos Alberto Pérez Cuevas reviró a Noroña así: 

“Cuando se miente se denigra este Congreso, cuando se agrede y se ataca sin pruebas, ese no es el debate que se tiene que dar, por lo tanto la bancada (panista) no está presente cuando no haya temas de debate y argumentos por la construcción del país. Sólo era para dejar claro que por eso se ha retirado la bancada, porque cuando se agrede y se denigra sin pruebas, no es un debate. De palabras necias hay que hacer oídos sordos. Construyamos las reformas, los cauerdos, las leyes y en ese tema estaremos debatiendo”. 

Y se iba Pérez Cuevas, pero no lo suficientemente rápido como para no escuchar lo que el perredista Víctor Manuel Castro Cosío le restregó desde la tribuna: “Aquí a nadie se ha insultado. Es una vergüenza cómo un grupo parlamentario (se refería al PAN) ha venido exigiendo mayor productividad, debate; ha venido exigiendo y planteando la necesidad de enfrentar aquí en la Cámara de Diputados, desde la tribuna y con argumentos, y cuando no los tienen, han vuelto a hacer lo mismo de siempre: evadir su responsabilidad de debatir”.

Castro siguió, sin consideración alguna: “Nadie aquí les ha dicho una palabra fuera de sitio”. Y preguntaba a las curules vacías del PAN qué más pruebas quieren con los miles de muertos en el país, y qué más propuestas que cambiar la estrategia en seguridad pública, sustentada en una política económica “que ha generado más pobreza, más desempleo y que millones de jóvenes en el país no tengan un horizonte distinto más que sumarse a la guerra injusta a donde nos ha llevado esta política del gobierno federal”. 

Nadie por el PAN abordó la tribuna; pero tampoco nadie por el PRI. Concluía la agenda de los comentarios el petista Jaime Cárdenas, quien remachaba a Pérez Cuevas así: “él pide pruebas a las afirmaciones que hacemos. Quiero decirle a Pérez Cuevas que estamos en el parlamento no en un tribunal”. Y añadía: “En el género oratorio judicial, desde la época de Aristóteles, sí se requería prueba. Pero en el género oratorio deliberativo o ante la asamblea no requerimos aportar pruebas”. Prevalecía, otra vez, el silencio como respuesta

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