No hay dinero que alcance y uno entiende que en todas las entidades de la Federación haya una persistente necesidad de recursos.
Más ahora que, luego de varios años de vacas gordas, muchos gobiernos estatales de nuevo inicio encuentran las arcas vacías y las deudas crecidas dejadas por sus antecesores.
Supongo que para moderar las quejas de falta de recursos y poca solidaridad de la Federación, la Secretaría de Hacienda mandó a hacer un ejercicio comparativo cuyos increíbles números dan mucho que pensar y deberían inducir, por lo menos, un debate sobre nuestro federalismo.
Como se sabe, estados y municipios apenas cobran impuestos. Sus presupuestos están hechos abrumadoramente con recursos que les entrega la Federación por medio de distintos pactos.
Hay dos grandes casos de transferencias de recursos en la historia reciente del mundo. Uno es el Plan Marshall, que financió la reconstrucción de Europa después de la II Guerra Mundial. Otro es el de los fondos de compensación que otorgó la Unión Europea para emparejar las calidades de infraestructura y servicios en los países de menor desarrollo relativo de la comunidad.
Hacienda ha traducido a pesos de 2009 el valor de ambas transferencias históricas, para compararlas después con las transferencias a estados y municipios en lo que va del siglo XXI.
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