- Se enreda la versión original
- La FBI entra en acción
- Repudiar intervencionismo
La versión aséptica que originalmente se dio de las circunstancias en que fueron atacados dos agentes estadunidenses cerca de San Luis Potosí se enreda y enturbia en la misma proporción en que los mandos centrales de la potencia invasora aprovechan la coyuntura para afianzar impúdicamente su control sobre la colonia en llamas avivadas.
No era un simple viaje carretero entre la ciudad de México y Monterrey, sino el cumplimiento de una enigmática cita de trabajo con funcionarios estadunidenses en un punto intermedio, San Luis Potosí, y los atacados no iban hacia la capital neoleonesa sino que regresaban al Distrito Federal, y en el contexto de esa extraña reunión de trabajo se haría entrega de un equipo cuyas características y funciones no se han precisado. Demasiadas correcciones al planteamiento original, más la confesión oficial de que en SLP se realizaba una sesión con funcionarios.
¿Qué hacían esos agentes y funcionarios extranjeros en San Luis Potosí? ¿La pareja atacada a la altura del balneario potosino de Ojo Caliente conocía a sus agresores o incluso tuvo o tenía comunicación con ellos? ¿La reacción violenta tuvo que ver con el equipo entregado o por entregar? ¿La agresión se produjo no solamente a sabiendas de que eran policías gringos sino justamente a causa de ello y en razón de los trabajos que habían realizado en esa región? ¿Los atacantes eran narcos o policías mexicanos?
A pesar de todos los puntos oscuros o poco convincentes (la camioneta blindada, por ejemplo, habría quedado a merced de los atacantes porque los seguros de las puertas se desactivaron automáticamente al orillar el vehículo y colocar la palanca de velocidades en parking), la historia del agente asesinado, y su acompañante ya a salvo, se ha convertido en oportuno combustible para incentivar la histeria de la clase política del país de las barras y las estrellas contra el traspatio incendiado a causa de una absurda guerra que pretende frenar el flujo de drogas hacia los consumidores gringos que siguen disfrutando sin problema de las mercancías supuestamente satanizadas. (…)
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