lunes, 26 de septiembre de 2011

Carlos Ramírez. Indicador Político [Ebrard, derrotado por AMLO]


+ Y su teoría de las dos tortas

En una de sus recientes giras de fin de semana, Marcelo Ebrard conversó con un veterano periodista poblano y ahí soltó, no sin un dejo de ironía y amargura:
--López Obrador va a ser candidato en el 2012, en el 2016 y los sexenios que dure.

Por eso fue que Ebrard decidió mandar el mensaje en clave al final de su discurso de quinto informe de gobierno ante sus acarreados el pasado martes 20 de septiembre: en enero del 2012, luego de conocer si las encuestas lo favorecen, solicitará licencia al cargo de jefe de gobierno. Esa declaración tuvo la intención de reconocer que Ebrard no será candidato del PRD a la presidencia de la república y que prefiere la torta segura de la jefatura de gobierno a la torta ideal de la candidatura presidencial.

Eso sí, al estilo priísta en el cual se forjó al lado de Carlos Salinas, Ebrard seguirá cobrando como jefe de gobierno cinco meses más y desde luego que seguirá utilizando con impunidad los recursos públicos para su campaña de reposicionamiento con la esperanza cada vez menos convincente de que López Obrador reconozca que él, Ebrard, es más popular. Todo su equipo de campaña presidencial también seguirá cobrando sus quincenas, aunque sus tareas ya no tengan que ver en lo absoluto con la ciudad de México sino con su figura pre-presidencial de Ebrard, como ha venido ocurriendo en los últimos meses.

El estilo priísta de Ebrard no debería extrañar. Su biografía, muchas veces recordada, habla justamente de aquel viejo PRI que se dedicó a disfrutar los beneficios del poder, no a promover el bienestar social.

De asistente de Manuel Camacho en la campaña presidencial de Miguel de la Madrid 1981 a asesor del presidente Salinas en 1994 para operar la campaña de control político de Marcos y el EZLN, pasando por su papel clave como jefe político del PRI de Salinas en 1991 para aplastar al PRD en el DF con todas las mañas priístas. El contexto ya lo ha dicho Cárdenas, sobre todo cuando López Obrador impuso por dedazo a Ebrard como candidato del PRD a jefe de gobierno en el 2006: Con Ebrard, el PRD le estaba regresando la ciudad de México a los que la verdadera izquierda, la cardenista, se la arrebató en 1997.(…)

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